HUYE, PELEA, SIGUE, AFÉRRATE
4 hábitos saludables de los verdaderos hijos de Dios.
1º Timoteo 6:11-16
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-Apuntes del sermón 22-4-2017-
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Mas tú, oh hombre de Dios: Mas tú, a diferencia de los demás, estás marcado por una vida definida en Dios.
Estamos definidos por Cristo. Es decir, tenemos a Cristo como el salvador de nuestras vidas y por lo tanto pertenecemos a Dios. Pablo expresa la identidad de Timoteo como alguien que se diferencia claramente de aquellos que no tienen a Jesucristo, como un hombre de Dios, como una persona que tiene una pertenencia definida: Somos hijos verdaderos de Dios adquiridos legalmente. Santiago 1:18 dice: El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Esta unión con Cristo es una forma relevante de vivir que…
1. …produce en nosotros una clara separación de aquellos que tienen una manera de vivir de acuerdo a la esclavitud del mundo.
2. …encomienda, alienta e impulsa en nosotros una conducta, una forma de vida según Cristo.
3. …debemos avivar y fomentar, con esfuerzo y esmero.
4. …te acerca y conecta a toda persona para promover el bien de la salvación.
Como primicias de sus criaturas, como hijos de Dios, tenemos 4 consejos prácticos para obtener el triunfo en la vida cristiana.
Estas 4 acciones tenemos que ponerlas en marcha, son mecanismos que parten de nuestra iniciativa, no son decisiones accidentales sino que son intencionales de acuerdo a nuestra posición en Cristo.
1.HUYE:
Huir es una acción y una decisión violenta. Es apartarse de una forma extravagante. Es hacerlo con prisa y sin pérdida de tiempo. Esta acción pone en evidencia de que no somos lo suficientemente fuertes para permanecer en el mismo lugar donde hay un entorno adecuado para la acción de Satanás. Dice 1ª Pedro 5:8: El diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar.
Esto no admite la posibilidad de coquetear con el mal, de caminar cerca o alrededor de una trampa, sino que nos estimula a alejarnos bruscamente. “Huir” es una realidad que se plasma como un hábito necesario en nuestras vidas cuando nuestra identidad esta establecida en Cristo, es por esto que podemos “seguir” con confianza y certeza: la justicia, la piedad, la FE, el amor, la paciencia y la mansedumbre.
Hay una diferencia marcada, definida y profunda entre quienes se posicionan en Cristo con estas características que hay que “seguir” y los que hacen todo lo contrario. Es fácil distinguir a aquellos que se dejan influenciar por las masas, quienes navegan en la corriente de este mundo, quienes consienten y aprueban los sentimientos egoístas de este siglo, quienes no quieren perder sus estatus y posiciones en contextos contrarios a lo que Jesús manda y ordena.
La Palabra de Dios dice ¡HUYE!
Huye de las condiciones apropiadas para pecar, de las malas conversaciones, del doble sentido en cualquier entorno, sea en el colegio, el barrio, o las redes sociales ¡Huye y no compartas las filosofías e ideologías que nada tienen que ver con la palabra de Dios, no le des “like”, no le pongas “me gusta”, no lo “retwitees”, no lo mires, no consientas!
No importa quién te vea o quien no te vea, lo que importa es que tengas un corazón íntegro en Jesucristo. ¡¡¡HUYE!!!
2.SIGUE:
Tienes que ser una persona separada del mal e impulsada hacia la justicia, la piedad, la FE, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Estas cosas tienen que arder en tu interior, tenés que avivarlas (2º Timoteo 1:6) ¡Tienes que agregar leña de santidad al fuego para que arda con fuerza!
Tienes que trabajar desde tu interior y verás que exteriormente tendrás una evidencia bien concreta que te seguirá separando aún más del pecado. Caminar en estas virtudes nos separa radicalmente de las enseñanzas que se oponen a la verdad. Por lo tanto SIGUE ese camino.
3.PELEA:
Ser un hombre de Dios nos ubica en la competencia, en una cruzada, en la batalla que hemos decidido libremente y voluntariamente enfrentar: Nuestra profesión de FE. Por lo tanto PELEA la buena batalla.
La mejor imagen para retratar lo que expresa esta frase: PELEA la buena batalla, es la del corredor que mientras corre tiene comprometida cada una de sus fibras, de sus nervios, de sus músculos, su respiración, su actividad cardíaca, etcétera.
El deportista también se ha comprometido por medio de su preparación y abstenciones previas, ha sido violento consigo mismo al huir de todo lo que perjudica a su organismo porque de todo debe abstenerse (1º Corintios 9:25: todo aquel que lucha, de todo se abstiene). Ha perseguido hábitos saludables y se ha aferrado a todo aquellos que no va a entorpecer su futuro desempeño, y que por lo tanto, van a realzar y elevar su rendimiento en pos de su gran objetivo.
El deportista huye de todo lo que le entorpece para llegar a su objetivo; sigue, promueve y prosigue (Filipenses 3:12) al blanco por medio de hábitos que lo llevan a alcanzar la corona de victoria; pelea comprometiendo en la competencia todo su ser, sus vísceras, su locomoción, su motricidad, sus extremidades, músculos, aparato respiratorio, células, todo; y se aferra a la esperanza de aquello que quiere alcanzar.
4.AFÉRRATE:
Ser un hombre de Dios origina en nosotros la fuerza que nos une a la eternidad con Cristo, nos encausa en el llamado de su anticipado conocimiento y confirma nuestra declaración de FE que hemos hecho públicamente. Por lo tanto AFÉRRATE a la vida eterna. Si realmente amamos a Jesucristo y nos hemos aferrado a la vida eterna, entonces siempre nos va a resultar sencillo comprometer toda nuestra existencia a Cristo y realizar toda clase de hábitos, rutinas y cuidados saludables.
Estos textos resumen estos hábitos de victoria:
Filipenses 3:8:
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
2 Timoteo 4:8
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
Te encarezco delante de Dios y de Jesucristo
Pablo continua…
Con Dios como testigo (Quien da la vida, la crea y la preserva y por lo tanto somos creación suya) y ante el testimonio de Jesucristo (Quien promueve la vida y la verdad), tenemos orden de guardar (Guardar) sus mandamientos y de permanecer en la esperanza (Esperar) de la venida de Cristo (1º Timoteo 6:13-14).
Lo interesante en este fragmento es ver las dos caras del asunto, los dos ejemplos opuestos que nos podemos cas imaginar vívidamente por medio de haberlo visto en las películas de Hollywood sobre el enfrentamiento cara a cara entre Jesús y Pilato.
Huye Sigue Pelea Aférrate
Jesús huyó de todo lo malo, y es muy marcada en la Biblia su oposición a la gloria terrenal. No era influencia por las masas, no seguía la corriente de este mundo, sólo obedecía al padre.
En la narración del evangelio de San Juan (Juan 18:28-19:16) podemos casi percibir a Jesús deseando que Pilato abriese su corazón a la predicación de su testimonio sabiendo que no lo podía obligar a esa decisión personal.
Pilato perseguía la gloria terrenal y el reconocimiento. Le mortificaba que el pueblo generara disturbios porque tenía miedo que piensen que Él no podía controlar “su pueblo”. Era esclavo de su imagen y egoísmo. Se dejaba influenciar por las masas, seguía la corriente del mundo, buscaba la gloria terrenal, las posiciones y el estatus humano.
Podemos también en el evangelio de Juan casi oler a Pilato deseando ser como Cristo pero sin estar dispuesto a pagar el precio.
DESAFÍO: Jesús Dios testimonio de FE y nosotros deseamos ser como Jesús. Nadie nos puede obligar, pero: ¿Estamos dispuestos a pagar el precio?
GUARDAR: Porque la vida de Dios y el testimonio de Cristo están en nosotros tenemos el desafío de guardar las cosas encomendadas en su Palabra sin reproches (NVI) y sin vacilar (NTV), mientras esperamos la manifestación de la esperada venida del Señor. Por lo tanto somos GUARDIANES de nuestra integridad.
ESPERAR: Porque la vida de Dios y el testimonio de Cristo están en nosotros nuestra espera tiene como recompensa y meta final a alguien esplendoroso.
Si es verdad que entendemos en quién hemos creído, entonces la aplicación de estos cuatro hábitos saludables: HUYE, SIGUE, PELEA, AFÉRRATE, va a ser una práctica natural sin grandes inconvenientes.
¿Sabemos en quién hemos creído?
Pablo tenía la plena certeza de esto: “…yo sé a quien he creído…” (1 Timoteo 1:12). Es por esto que en el final de este fragmento podemos leer los increíbles títulos de un Dios indescriptible en quién Pablo había creído.
Si entendemos realmente en quien hemos creído, la práctica de hábitos que nos llevan a obtener la corona de victoria van a ser de fácil aplicación.
• El bienaventurado. El dichoso o supremamente bendecido.
• El solo… El único (Quién cómo Él)
• El soberano. El que tiene el dominio total.
• El Rey de reyes.
• El Señor de señores.
• El único que tiene inmortalidad. El eterno que no muere.
• El que habita en la luz inaccesible.
• A quién ninguno de los hombres ha visto ni puede ver.
• A quién debemos honra y el imperio sempiterno (Eterno).
• El amén (Apocalipsis 3:14). Firme, confiable, digno de confianza, el cierto o que tiene la certeza.
Él es nuestra esperanza de Gloria.
Filipenses 3:8:
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
Amén!
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